Seguramente ya has escuchado o leído el término en algún lugar… internet, en algún libro, en televisión o, sin ir más lejos, en el colegio. Eso es porque hoy en día, existe mayor conciencia y conocimiento sobre el síndrome o Trastorno por Déficit Atencional, con o sin hiperactividad… TDAH por sus siglas. Y es que este trastorno es uno de los más y mejor estudiados a nivel global. Cabe destacar que hoy por hoy la prevalencia de éste ha ido en aumento y, en países desarrollado, ésta alcanza entre un 5 a 10% de la población en niños con edad escolar.
Ahora bien… ¿Qué es el TDAH? El Trastorno por Déficit Atencional, con o sin Hiperactividad, corresponde a un trastorno neuroconductual y neuropsiquiátrico de origen biológico con componente genético que implica un déficit para el control inhibitorio conductual puesto que se vería afectado el mecanismo atencional y las funciones ejecutivas, cabe decir: la flexibilidad cognitiva, que incluye la memoria de trabajo, la transferencia conceptual y la atención dividida; la anticipación y el establecimiento de metas; el procesamiento de la información, relacionado con la eficacia, fluidez y velocidad del procesamiento y, finalmente, el control atencional el cual se relaciona con la atención selectiva y permite la autorregulación y el automonitoreo en la realización de las tareas.
Estas habilidades nos permiten, por ejemplo, que en la memoria de trabajo se mantenga temporalmente cierta información en uso para ser procesada y así terminar alguna actividad. En otras palabras, gracias a las funciones mencionadas tenemos la posibilidad de poder planificar una tarea, emprenderla y llegar a ejecutar su finalización en un periodo determinado de tiempo.
Pero ¿por qué este síndrome parece evidenciarse con más facilidad durante la niñez?
Las funciones ejecutivas presentan el mayor periodo de desarrollo durante los 6 y 8 años de edad. En esta edad los niños adquieren la capacidad de autorregular sus comportamientos y conductas. Puede fijarse metas y anticiparse a los eventos sin depender de las instrucciones externas. Esta capacidad está ligada al desarrollo de la función reguladora del lenguaje, la aparición del nivel de las operaciones lógicas formales y la maduración de las zonas prefrontales del cerebro.
Su insuficiente desarrollo predispone a la aparición de problemas de aprendizaje que pueden llegar a ser apreciables dentro de las aulas de clase por maestros o en la crianza de la vida diaria.
Ahora sabemos qué es el Trastorno por Déficit Atencional y cómo puede afectar en la atención y cognición a una persona. Sin embargo, aún nos queda por conocer su origen…
En primera instancia, cabe mencionar que no existe sólo una causa o factor que contribuya al desarrollo del síndrome, sino que hay que entender que tiene una etiología multifactorial, cuya expresión depende de la suma de factores genéticos, neuroquímicos, psicosociales y ambientales.
En relación al factor genético se ha estudiado que existiría una base hereditaria para este trastorno. De hecho, se presume que un 80% de los casos con TDAH se debería a causas genéticas, esto se deduce de investigaciones practicadas en gemelos mono y dicigotos, criados en diversas condiciones ambientales, permitiendo afirmar una correlación significativa en la presentación del síndrome en dichos casos, además de indicar que existiría un 57% de riesgo de que los hijos de padres con el mismo síndrome también lo padezcan.
También hay evidencia de que existirían estructuras cerebrales involucradas en el desarrollo del síndrome, como lo es la corteza prefrontal, la cual se presentaría con un menor tamaño, al igual que el cuerpo calloso y los ganglios basales, estos los cuales controlan los impulsos, coordinan o filtran la información de otras regiones inhibiendo respuestas automáticas. Por otro lado, se encuentra la circunvolución cingulada, el locus coeruleus –que permite mantención de la atención ante estímulos ambientales– y las vías noradrenérgicas –ubicadas en la corteza temporal superior parietal inferior y cuerpo estriado y que otorgan la capacidad de enfocarse antes de atender–. Finalmente, intervienen también el hipocampo y amígdala con los cuales se decodifica la información detectada, y la corteza cingulada anterior que permite el cambio en el foco atencional de un estímulo a otro.
Respecto a los factores neuroquímicos la hipótesis principal es que existiría una disfunción del sistema dopaminérgico, ya que el medicamento por regla son los estimulantes, se plantea la hipótesis de que el TDAH afecta a los sistemas dopaminérgicos, serotoninérgicos y adrenérgicos.
Los factores ambientales también tendrían un componente modulador de la expresión que puede tener el trastorno, ya que dentro de éstos se considera el tipo de dieta y aditivos de alimentos, contaminación por plomo, consumo de tabaco de la madre durante la gestación, alcoholismo materno, complicaciones del parto, bajo peso y prematuridad.
Finalmente existirían los factores psicosociales, que si bien no se presentan como una causa única e independiente en la facilitación del progreso del trastorno, sí contribuyen al desarrollo y a la potenciación de éste, tal como lo puede ser: disfunción familiar, bajo status socioeconómico, privación ambiental, violencia, estrés y depresión.
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